Echale un pulso al mundo.
Me doy cuenta de que nada es lo mismo; que el pasado es pasado y ya no va a volver; que lo que dije ayer va a quedar escrito a fuego en ese papel al que llaman “mi vida”, que nadie piensa en el mañana, que sólo viven el presente, ni siquiera piensan que puede pasar dos segundos después de haber cruzado ese semáforo en rojo, lo hacen y ya está, porque la vida nos obliga a vivir deprisa, acelerando de 0 a 100 en dos segundos, sin pensar en las consecuencias.
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