Mi amigo Segismundo...

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La sombra de un árbol
Por Serafín Alarcón

Cuando se está bajo la sombra de un árbol después de haber caminado mucho la sensación es insuperable. Uno se arrima a su sombra y sin pensarlo confía la espalda a su tronco. Tal vez ni sospechamos que es un viejo centenario, uno lleno de experiencias a la intemperie, de tantos consejos y proverbios que contar. Y allí, bajo su sombra nos sentamos, allí disfrutamos de su protección. Llueva o caiga nieve su abrigo siempre es oportuno. Si un río cabalga fuera de su cause o una fiera del campo nos amenaza sus ramas ofrecen alto y seguro refugio. Ni hablar del fruto que le ofrece al caminante para el hambre o la sed. En fin, de sus incontables bendiciones todos nos beneficiamos.

Un árbol es sin duda el retrato, la metáfora ideal para describir a Cristo. Dios se presenta a nuestras vidas como eso, como árbol de vida, como tronco seguro en el cual confiar. Él es la vid y nosotros sus pámpanos, El es la raíz y la tierra que afirma nuestras vidas.

Sin duda él es Padre omnipotente y nosotros sus hijos.

El que habita al abrigo del altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente.
Sal 91

Tablitas del Señor
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