*TEATRO MARCELO*
El hermano pequeño del Coliseo
No todos los turistas en Roma conocen que el Coliseo tiene un hermano menor en pleno centro de Roma. Un Teatro romano que ha sido absorbido por un edificio y que constituye una visión muy atractiva y curiosa al mismo tiempo.
En la zona de la Roma imperial conocida antiguamente con el nombre de Foro Olitorio, es decirel area destinada a ser el mercado de las hortalizas, hoy entre el Ghetto y la colina del Capitolio, fue erigido en el año 13 a. de C. un teatro que el primer emperador Augusto dedicó oficialmente a su bien amado sobrino y futuro heredero Marcelo, hijo de su hermana Octavia, muerto prematuramente en el 23 a.de C cuando tenía solo 19 años de edad.
En realidad la primera idea de construir un edificio en esta misma zona, fue de Julio Cesar que en el año 46 a de C. hizo levantar un teatro provisional destruyendo una parte del lado curvo del Circo de Flaminio (erigido en el 221 a.de C., hoy totalmente desaparecido) y dos pequeños templos.
Cuando el anónimo arquitecto Augusteo reconstruyó el teatro, estos templos, dedicados a divinidades femeninas que todavia no han sido identificadas, fueron incluidos de una manera muy original, en los dos lados de una gran exedra semicircular puesta en la parte posterior del escenario.
Los restos actuales del teatro de Marcelo, impresionan a casi todos, entre turistas y ciudadanos, por su belleza y por su alto nivel de conservación debido, fundamentalmente, al hecho que a partir del siglo XI (1150), lo que quedaba del antiguo edificio, fue incorporado a una fortaleza de la familia Pierleoni, pasando luego (siglo XVI) a las manos de otra importante familia romana, los Savelli, para llegar por fin (siglo XVIII) a los utlimos proprietarios, los Orsini.
Fueron los Savelli quienes encargaron al famoso arquitecto renacentista Baldassarre Peruzzi que realizara sus residencia privada en la parte alta de la cavea, donde hoy aparecen bien visibles las 12 ventanas.
El teatro de Marcelo en origen tenia una altura total de 32,60 metros y su cavea, del diametro de 130 mt, estaba formada por 41 arcadas superpuestas (quedan hoy solo 12) enmarcadas por semipilares de los dos ordenes griegos: dorico y jonico. En el ático los semipilares eran corintios.
Sabemos que mascaras teatrales estaban colocadas en el medio de cada arco.
En la epoca imperial este era uno de los pocos teatros permanentes que existian en toda Roma y también uno de los màs grandes, considerando que su capacidad era de unas 20.000 personas. De su interior ya en el siglo V no quedaba practicamente nada: desaparecieron columnas de porfido rojo de egipto, marmoles policromos, estatuas originales griegas, mosaicos y los preciosos estucos.
No todos saben que por una ley escrita y aprobada por el mismo Augusto, y que fue aplicada también en el celebre Coliseo, los espectadores que iban a asistir a los espectaculos, estaban obligados a sentarse en determinatos sitios segùn una precisa jerarquia social: la secciòn puesta màs arriba estaba siempre destinada a las mujeres, a los extranjeros y a los esclavos, mientras las otras màs cercanas al escenario, estaban reservadas a los ciudadanos romanos, a los caballeros, a los senadores, a las vestales y a los familiares del emperador.
En la misma zona donde hoy aparecen los restos del Teatro de Marcelo, durante los años treinta del siglo pasado, los arqueólogos descubrieron impresionantes fragmentos de otros dos templos identificados luego como los de Apolo Sosiano y de Belona. El primero fue erigido una primera vez en el 431 a.de C. probablemente durante el dominio de los Tarquinios, pues en epoca monarquica, y fue reconstruido en el año 34 a.de C.; el segundo de la misma edad del otro, estaba dedicado a una antigua divinidad de origen oriental que se invocaba en caso de guerra. El templo de Apolo tenia una altura de casi 30 metros y era como un museo considerando por ejemplo que solo en el frontòn estaban esculturas originales griegas del siglo V a.de C. traidas a Roma a fines del siglo I a.de C. como botin (hoy partes de estas fantasticas obras se pueden ver en el Museo Montemartini, en la Via Ostiense).
Una curiosidad: hay quien dice que en las noches de luna llena, es posible oir el sonido de las cadenas de los condenados que durante la epoca medieval fueron encarcelados en los subterraneos del teatro.
Artículo del guía oficial de Roma Mauro Cannella
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