Ejecutando (sin piedad) algo parecido a jazz - Dedicacada con cariño a Mayte Acedo

Ejecutando (sin piedad) algo parecido a jazz - Dedicacada con cariño a Mayte Acedo

ÚLTIMO VIAJE

Quiso ante todo hacer caso al poeta y viajar ligero de equipaje, así que decidió llevar tan solo los efectos menos personales y por tanto más prescindibles que había acumulado en su casa durante los últimos años: Unas cartas del banco apremiándole por el incumplimiento de pago de la hipoteca y que jamás abrió. Un ventilador de mesa que nunca pudo hacer funcionar porque se equivocaron en el envío y le mandaron uno que utilizaba corriente de 110 voltios y en su casa era de 220. Varias corbatas de chillones colores, regalo navideño de algún “enemigo invisible” e imposibles de combinar con el serio y adusto traje gris con el que iba cada día a su trabajo. Un palillero “Recuerdo de Segovia” de un viaje que ni siquiera recordaba. Una agenda de 2006 que le entregó sonriente el director del banco cuando firmó la hipoteca y en la que únicamente llegó a marcar una fecha: 2 de febrero de 2036. Por supuesto no faltaron los últimos números sin leer de una revista semanal y pseudo científica a la cual en un momento de euforia se suscribió y de la que jamás logró darse de baja; ni olvidó un reloj de muñeca parado y sin pila detenido a las seis menos cuarto, pero que curiosamente, ahora que no funcionaba por lo menos marcaba dos veces cada día la hora exacta, mientras que cuando tuvo pila y las agujas daban regularmente vueltas en su esfera, nunca coincidieron con la hora verdadera y eso le hacía llegar siempre tarde a ninguna parte.

Llenó la bolsa de viaje con tan magras existencias, fue recorriendo las habitaciones del piso cerrándolas cuidadosamente y bajó las persianas; cerró el paso del gas, la llave del agua y el giró el mando del diferencial que cortaba la luz su vivienda. Alumbrado por una linterna recorrió por última vez el pasillo que le llevaba al salón; allí abrió su paraguas tipo inglés y lo colgó de la lámpara, se quitó los zapatos y puso el sombrero boca arriba en el suelo. Por último, con un gracioso y teatral salto, se metió en él y desapareció.

Pero por si acaso, se guardo en el bolsillo unas migas de pan. Por si le daba hambre... O por si algún día decidía regresar.


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