EL OLVIDO
País inexistente
esta tierra presentida
del olvido.
Sin límites.
Sin puertas ni ribazos.
Todos llegamos,
más tarde o más temprano
a su poblado paisaje
imaginario.
En un rincón, triste y soñando,
queda el niño que busca
el ausente amanecer
que borra con su luz
la luna más oscura.
Más allá, un barco sin timón,
invisible refugio
del inmóvil pasar del tiempo inmóvil
se estrella
contra una roca extrema
formada con silencio.
País invisible
de calles invisibles
e inservibles caminos,
el olvido nos recoge,
más temprano que tarde,
como abrojos resecos,
como arañas perdidas
entre sus propios hilos.
Como lo inevitable
o lo ridículo,
el olvido confunde quiénes somos
y nos cubre la boca
con su absurda mano.
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