Que el deseo llegue

Que el deseo llegue

Abrí los ojos y desperté de una extraña sensación de quebranto, en seguida despoje de mis manos el anhelo de seguir y descubrí que así era la mejor forma de vivir, sin anhelos, sin deseos, como un simple encaprichado de la vida quejándose por el “por que”.
Pasan los días y descubro que mis emociones son ligeras y llenas de ingenuas fantasías que se van derrumbando con fervor, achicopalado y renuente me dirijo hacia una extraña luz que me embriaga y me hace caminar chueco, como si mareado pudiese ir mejorando mis decisiones, como si el estar enfermo me diera certezas y tenues destellos de brillantes.
Dreno mi interior y relajo la sobriedad de esta carta envuelta en matices y extraños acertijos emocionales que ocasionalmente me vienen a visitar, me apachurran y me estrujan el corazón y el alma. Hay muchísimas lagrimas que e derramado en esta vida, tantas que pudiese vender anécdotas a poetas mal pagados o mártires que disfrutan de la perversidad de la pornografía en palabras, pero aun no le encuentro el sentido al contarlas, como si el que leyese un fragmento de mi vida pudiese sentir un poco de compasión o empatía de este vulgo sin sentido.
Que el deseo llegue.